Santiago Gangotena
Jorje H. Zalles
Hace unos días,
acatando lo dispuesto por las autoridades políticas que rigen nuestro sistema
educativo, tuvo lugar la elección del nuevo Rector de la Universidad San
Francisco de Quito, quien sucederá en ese cargo al Doctor Santiago Gangotena,
Fundador y Rector desde que nació la Universidad.
Hombre de fuerza
intelectual, creatividad y capacidad de ejecución colosales, Santiago Gangotena
concibió hace casi cuarenta años la luminosa idea de fundar, en Quito, una
universidad que pudiera traer de regreso al Ecuador la tradición educativa de
las Artes Liberales, término que viene de la expresión latina “ars liberalis”,
“las artes que liberan”, con la cual el gran romano Cicerón había descrito el
modelo educativo desarrollado en la Grecia clásica por Sócrates, Platón,
Pitágoras y Aristóteles.
Comenzando con
sus colegas en la Escuela Politécnica Nacional, Carlos Montúfar y Bruce
Hoeneisen, Santiago Gangotena nucleó a su alrededor a un entusiasta grupo de
apoyo, que fuimos creciendo con el tiempo y no obstante fuertes resistencias y
cuestionamientos. Finalmente, el sueño se volvió realidad cuando la Universidad
inició clases el 1 de septiembre de 1988. Muchas personas contribuyeron de
maneras muy valiosas a la realización del sueño, pero ninguna de sus
contribuciones se habría dado de no haber sido por la visión, el empuje, la
perseverancia y la claridad de Santiago Gangotena.
Al reconocer y
resaltar sus inmensos méritos y espléndidos logros, no pretendo crear un mito
que distorsione su muy humana realidad. También es hombre polémico, a veces
contradictorio y hasta difícil, pero ¿quién de nosotros no lo es a veces?
Cuando hay ideales en común, a los amigos se los acepta y se los quiere como
son, y lo demás no es problema.
Muchos incluso
hemos tenido diferencias de criterio con él, pero un hecho trascendente, fiel
reflejo del espíritu en el cual ha florecido nuestra Universidad, es que, las
más de las veces, Santiago Gangotena ha contribuido a que esos desacuerdos y
esas diferencias se manejen con altura, con respeto, con diálogo, amistad y
buen humor, incluso con afecto y con consideraciones mutuas, que es, creo y
creemos, como deben manejarse las diferencias entre seres pensantes y de buena
voluntad.
Dejo constancia
del profundo agradecimiento a Santiago Gangotena que siento personalmente, y
que estoy seguro sentimos cientos, miles de nosotros cuyas vidas son mejores,
de innumerables maneras, porque tuvimos el placer y el privilegio de compartir
el sueño de la Universidad San Francisco de Quito, que en su momento fue
tildado de demencial, pero que se convirtió, con el tiempo y con devoción y
esfuerzo, en una viva, vibrante y constructiva realidad.
Gracias,
Santiago. Ha sido, y mientras vivamos seguirá siendo, una muy bella aventura
intelectual y del espíritu.
Quito, 31 de mayo
de 2014
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