La historia se dio el primer día de clases por Santiago Gangotena

Casita de la 12 de Octubre

El 1ro de septiembre de 1988. Habíamos arrendado la casa pero no teníamos todavía el contrato ni las llaves para cerrar la casa al fin del día. No apareció el guardia. Así que le prgunté al Raúl si es que podría quedarse adentro cuidando la casa que no tenía mucho que robar, aunque la dueña tenía muebles antiguos como la cama de Sucre en el ático y los 8500 libros de la primera biblioteca.

Raúl se fue a comprar la cena y llegó estilando porque cayó un aguacero terrible. Le dejé y él puso aldaba por dentro. Prendió la chimenea de la sala, donde quedaría la biblioteca, para secar la ropa, la colocó con los zapatos cerca del fuego y se durmió con las medias puestas. A medio dormir se despertó pues oyó que subían las gradas y las puertas se abrían y cerraban. Finalmente se durmió y despertó realmente asustado porque le jalaron los pies.

Al siguiente día encontramos a Raúl con los ojos de espanto. Esa tarde le pregunté si podría quedarse la segunda noche. Me dijo: “no doctor, no me quedo más.”.

Yo me quedaba solito hasta la madrugada en la casona. Nunca me soplaron o sentí el frío espantoso en un sector de la casa (como sí lo sintieron en el edificio posterior en Monteserrín, en la Academia Cotopaxi), signo de almas penando.

Sin embargo, uno de esos primeros días, el maestro Miguel Uyana con el Raúl iban a sembrar unas plantas que les había pedido a la salida de la primera cafetería, “The Dragon’s Inn” (que instaló el novio de la Edith Barriga) y al escavar se toparon con una calavera: “por eso la casa estaba protegida”, me dijeron.

Santiago Gangotena, Ph.D.