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La muerte de alguien cercano a nosotros es una cachetada
contundente y devastadora. Es un recordatorio del breve tiempo que tenemos para
compartir con quienes nos rodean. Nos lleva a reorganizar nuestras prioridades.
En ocasiones, nos proyecta a lo vivido con la persona ahora ausente; y nos
puede empujar al arrepentimiento de no haber compartido más tiempo con quien ya
no está.
El pasado viernes, quienes formamos parte de la Universidad San
Francisco de Quito (USFQ) tuvimos una pérdida terrible. Santiago Gangotena,
nuestro fundador y canciller, falleció por la imprudente e irresponsable
maniobra de un conductor de bus.
Sus logros son evidentes y palpables para quienes no se dejan
cegar por el fanatismo de sus militancias políticas. Era un personaje cercano,
sin barreras. La abolición del “usted” y del manejo burdo de los títulos
profesionales, como si fueran títulos nobiliarios, permitía que todos nos
tratemos a un mismo nivel.
De él aprendí que la academia es algo más que una malla
curricular que conlleva a un diploma. Más allá de eso, la formación
universitaria es una excusa para formar seres humanos. También tenía claro que
los principales enemigos de América Latina son la pobreza (que no es lo mismo
que decir “los pobres”) y la demagogia. Según Santiago, a la pobreza se la debe
atacar generando riqueza; muy al contrario de lo que promueven las demagogias
de moda, que creen que la justicia social está en empobrecer a quienes han
prosperado en la vida.
Su enfoque educativo basado en las artes liberales buscaba una
formación humanista y universal. Las especializaciones han demostrado que son
relevantes solo a corto plazo. En contraparte, quien se educa en artes
liberales se vuelve un generalista, capaz de seguir educándose a sí mismo para
adaptarse a los cambios.
Su visión queda plasmada en la USFQ, como espacio de formación,
de encuentro y de diversidad. Ninguna otra institución ha provisto tantas becas
a las minorías étnicas del Ecuador. Jamás se le cerraron las puertas a quienes
tuvieran una ideología política diferente a la suya. Muchos personajes de
izquierda han preferido que sus hijos se eduquen en la USFQ.
Su círculo íntimo estaba compuesto por personajes de diferente
raza, credo y preferencia de género. Acusarlo de clasista e intolerante es
desconocerlo. Quienes lo cuestionan malinterpretan su irreverencia y
frontalidad. Detrás de sus acusadores hay evidentes intenciones políticas.
Yo no sería quien soy ahora si no fuera por Santiago Gangotena.
Para quienes lo conocimos, su partida nos recuerda la inevitable proximidad de
la nuestra; la brevedad de nuestro tiempo en la Tierra. La muerte nos lleva a
querer y compartir sin tapujos con nuestros seres queridos, por el temor que no
haya otra oportunidad de hacerlo. Nos empuja a enseñar más y a aprender
enseñando.
Los formados por la visión de Santiago retomamos nuestras
labores, a pesar de la pena que nos causa su ausencia. Continuaremos con su
legado, perseverando por un mundo donde prevalezcan la verdad, la bondad y la
belleza.
Adiós, Santiago; profesor, mentor y amigo. Gracias por todo. (O)
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